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VARGAS ARANCIBIA, Pamela Brenda
E.A.P. Historia

La  Fortaleza del Real Felipe constituye para los peruanos un ejemplar arquitectónico de primer orden, tanto por la longevidad material de tal construcción colonial, como también por la trascendencia histórica de los elementos que se encuentran hoy en sus instalaciones. En este sentido, la Fortaleza del Real Felipe es sin lugar a dudas el museo representativo de la región Callao con una atracción turística que  cautiva  a propios y extraños.
           
1.    Reseña histórica

            La Fortaleza del Real Felipe posee una vasta historia de casi tres siglos; construida originalmente durante los gobiernos de los virreyes José Antonio Manso de Velasco y Manuel Amat y Juniet entre los años de 1747 a 1774, con el propósito de servir como defensa ante ataques de corsarios y filibusteros que hacían su llegada a nuestras costas  en busca de riquezas y que asolaban todo lo que encontraban en las ciudades portuarias; por ello la fortaleza debía garantizar la seguridad de toda la Bahía del Callao. Posteriormente adoptó nombres populares como simplemente “El Castillo” y posteriormente “Los Castillos del Callao”, luego de que el virrey Manuel Guirrior ordenara  la construcción de dos fuertes adicionales “San Rafael” al sur y hacia el norte “San Miguel”.

            Más  adelante, en la etapa de transición entre el Virreinato y la Independencia,  ejerció diversas funciones; entre ellas el último reducto de las fuerzas realistas con el general Rodil. Irónicamente San Martín la llamó Castillo de la Independencia denominación que se usó por cierto tiempo y que la sociedad olvidó. En referencia a estos hechos, cabe recordar que a comienzos de 1824, el sargento Dámaso Moyano se sublevó, junto al brigadier español José Ramón Rodil quien se puso a la cabeza de este levantamiento. Los realistas, entre ellos más de 6000 soldados y civiles refugiados, tomaron posesión del Real Felipe negándose a aceptar la Capitulación de Ayacucho y esperando  hasta 1826 tropas de ayuda españolas que nunca llegaron. (De La Barra, 1954: 46-47). Luego de dos años de enclaustramiento, con la mayoría de los soldados realistas muertos, de hambre y enfermedades, un destacamento patriota logró apoderarse del fuerte San Miguel, para luego tomar posesión del resto del lugar.

 Solo es en ese momento cuando el brigadier Rodil acepta la derrota y junto a un debilitado grupo de solo 400 hombres que quedaban en pie marchan fuera del lugar. Se firma la capitulación de la fortaleza el 22 de enero “[…] y al día siguiente ocupada por patriotas, izándose el pabellón peruano en el Torreón de La Patria (La Reina). En ese mismo día Rodil se embarcó para España acompañado de algunos jefes y oficiales”. (Ibídem: 48).

            Otro hecho que marcó historia fue el protagonizado por los  presidentes Orbegoso y Salaverry en una etapa tan conflictiva como La Confederación Peruano Boliviana. Ambos ocuparon la fortaleza, primero Luis José de Orbegoso al sospechar de un golpe de Estado de parte del ex presidente Agustín Gamarra, y luego Salaverry, quién  se apodera de la Fortaleza y del gobierno. (Regal, 1961: 76). Ya en posesión del Castillo, inicia un deplorable desmantelamiento, pues vendió armamentos que se encontraban en él sosteniendo que su desarme era una medida vital de  importancia para consolidar la paz interna; al poco tiempo instala en el lugar a la Aduana del Callao. Será  con el fin de la Confederación y la asunción del mando de Agustín Gamarra que se decreta la reforma de la Fortaleza del Real Felipe. (Ibídem: 83).

            Las reformas emprendidas en la fortaleza,  a fin de darle una utilidad civil y no militar,   impidieron  que durante los ataques españoles en el “Combate del 2 de mayo”, éste no pudiera hacer frente al enemigo. Además,  con el paso de los años se habían creado en sus interior diversas construcciones cerca de la zona que no permitirían un correcto espacio para llevar a cabo una lucha; “De este modo la vieja fortaleza fue utilizada únicamente como cuartel de unidades de tropa y sede del Cuartel General en donde se hallaba el Jefe Supremo, el General Prado”. (De La Barra, 1954: 58).
            Durante la guerra con Chile, La Fortaleza del Real Felipe siguió cumpliendo sus funciones de Aduanas y prisión militar ocasional, sufriendo un bloqueo y posterior bombardeo durante la Guerra con Chile, que trajo como saldo la destrucción de los dos pequeños fuertes San Miguel y San Rafael.

            Ya  durante  el gobierno de Augusto B. Leguía se le consigna su nombre original “Real Felipe del Callao”, además se le realizan una serie de restauraciones que se necesitaban con urgencia a fin de devolverle su fisionomía militar. Sin embargo, muchas de las modificaciones que se realizaron durante sus años de Aduana persistieron, muchas de ellas realizadas con material corriente y que fue deformando poco a poco sus instalaciones.
“En relación con las disposiciones gubernativas para la restauración del Real Felipe, fijadas en las Resoluciones Supremas de 9 y 10 de octubre y Decreto Supremo  de 21 de noviembre de 1925, se expidió las resolución suprema del 11 de enero del mismo año creando el “Museo del Real Felipe”, constituido “con los elementos que se relacionan con el origen e historia de la fortaleza”, y el cual ocupó la cámara centra aboveda de casamatas, pero por poco tiempo, pues sus pertenencias volvieron al Museo de la República.[…] Por decreto supremo de 2 de mayo de 1944 se creó definitivamente el Museo Histórico Militar en el Real Felipe, y el 23 de julio de 1945, se le inauguró por el Presidente Prado[…]”  (De La Barra, 1954:  71).

             A partir de la fecha hasta la actualidad, el Museo del Ejército ha venido funcionando normalmente, con ocasionales interrupciones en la atención al público debido a grandes mantenimientos, como el realizado en  1962 bajo la dirección de Agustín Tovar de Albertis y el de 1974, ordenado por el presidente Velasco Alvarado.

            En  cuanto a las  Aduanas, éstas  siguieron funcionando  en las primeras  décadas del siglo XX, en las salas que no eran ocupadas por el museo, hasta que poco después se manda crear el “Terminal Marítimo”, obra que es concluida en 1934, durante el gobierno de Oscar R. Benavides; la Aduana es reubicada  en aquella instalación y el Real Felipe es ocupado por un cuerpo de tropa del Ejército, siendo además sede de sede de la Escuela de Suboficiales del Cuerpo Aeronáutico del Perú hasta 1945.

            Es  declarado finalmente monumento el 19 de marzo de 1952, teniendo como presidente de la República a Manuel A. Odría; de acuerdo a la ley N° 11841 se establece  lo siguiente: “Declárese Monumento Nacional al Castillo Real Felipe del Callao, Santuario de gloriosas acciones cívicas, que han comprometido la gratitud de la República”.

2.    Centro de Convenciones y últimos convenios:
           
            Dada la noticia en el 2004 de que el Perú sería la próxima sede de las reuniones de la XVI Cumbre de Líderes del  Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), se empezaron a realizar en nuestros países diversos preparativos para la llegada de esta reunión, que se celebraría los días 21, 22 y 23 de noviembre del 2008. Estos preparativos incluyeron desde luego la asignación de locales para el funcionamiento de estas reuniones y la preparación para su correcto funcionamiento. Fue entonces cuando se dio a conocer que la Fortaleza del Real Felipe formaría parte de los lugares escogidos para la realización del APEC.

            Dado  que la fortaleza en sí no cumplía con requerimientos necesarios como lugar de reunión; se autorizó la construcción de un Centro de Convenciones y Reuniones, así como también un Boulevard en medio de la Explanada. Se le asignó el presupuesto de 12 millones 600 mil nuevos soles para su construcción, recursos que fueron aportados en su integridad por el gobierno regional del Callao; contando con la aprobación de Alexander Kouri Bumachar, por ese entonces presidente del Gobierno Regional del Callao y el Instituto Nacional de Cultura que mediante la Resolución Gerencial Regional Nº 498-008-GCR declaró como dispensable la zona que se tuvo que derrumbar, ocupada anteriormente por la Legión Peruana de la Guardia, argumentando que “el área que no cumplía con las condiciones de seguridad al presentar fisuras y rajaduras en paredes y techos, así como daños en techos de madera como consecuencia de la humedad y las polillas”, funcionaban en el lugar anteriormente mencionado: un restaurante concesionario, cafetería, cuadra-almacenes, peluquerías, cuadra de tropas, oficinas, comandancia, servicios higiénicos, enfermería y losa multideportiva. Estas edificaciones demolidas debían ser reconstruidas y reubicadas internamente. La obra se inauguró finalmente el 15 de noviembre  2008, pocos días antes de la inauguración del APEC, con la participación del presidente Alan García Pérez.

            La construcción del Centro de Convenciones ocupa alrededor de cinco mil quinientos metros cuadrados y cuenta con restaurantes, 18 palcos, auditorios, salas de conferencias, salas de traducciones, oficinas administrativas, entre otros ambientes, y tiene la capacidad de albergar hasta a 1500 personas.

Vista del centro de convenciones

            En una entrevista con Andina, agencia de noticias, poco antes de la inauguración del Centro de Convenciones, Alexander Kouri declaró que: “El Callao necesitaba un espacio así. Antes, en eventos importantes se exhibía una estructura de toldos, lo que desmerecía la majestuosidad de la fortaleza”. Luis Giampietri, vicepresidente del Perú por esos años, y quien presidia la comisión organizadora de la Cumbre APEC 2008, sostuvo mediante una entrevista a Panamericana Televisión, que se buscó en todo momento una armonía entre lo antiguo y lo moderno, es por ello que el nuevo Centro de Convenciones no posee una gran altura, para que no sea posible su visibilidad desde fuera de la Fortaleza; además, el color con el que está pintado, blanco, según el viceministro, hace que no sea muy resaltante en su apariencia.

            Tras su construcción, eventos de todo tipo se han venido realizando en el lugar, destacando entre ellos el concurso de belleza “Miss Perú” en el 2011 y 2012, “Perú Moda”, “Perú Giftshow”; además la nueva construcción sido sede de conferencias como la de docentes en el 2008 y la de “La Mujer Peruana” en el 2011; y ha funcionado como local para fiestas como la de Halloween, hace tres años.
            El Gobierno Regional del Callao, mediante la resolución Ejecutiva Regional N°000130-2012, estipula un convenio con el Ejercito hecho el 19 de enero del 2012; señala que: “[…]el Ministerio de Defensa – Ejercito del Perú, entrega al Gobierno Regional del Callao, bajo la modalidad de Afectación en Uso y por un plazo de ocho (08) años a partir de la referida Adenda, el Centro de Convenciones y Reuniones con un área de 5,500 m2 y del Boulevard de la explanada, con un área de 8,400 m2 ubicadas en el interior del Castillo Real Felipe” el convenio supone una administración por parte del Gobierno Regional, es decir, esta institución es la única autorizada para alquilar el lugar a quien lo demande. El articulo también afirma que se transfiere a la Gerencia Regional de Desarrollo Económico la responsabilidad de administrar y mantener operativamente el Centro de Convenciones y el Boulevard que se ubica en su entrada; también incluye  una transferencia presupuestal, así como documentos, recursos y responsabilidades inherentes a su gestión y ejecución.

            Otro convenio que se realizó en estos últimos años fue  el que se dio entre el Gobierno Regional del Callao,  La República Checa (representada por la embajada de dicho país) y el Ejército Peruano. De acuerdo a la Resolución Gerencial General Regional N° 1601 del 20 de diciembre del 2011, se firma el Convenio de Cooperación Interinstitucional, que estipula la donación por parte del Gobierno Regional del Callao al Ministerio de Defensa- Ejercito del Perú dos camionetas nuevas doble cabina 4x4 valorizadas en s/.159,914.40 para ser utilizadas en beneficio de la Institución; a su vez el Ejercito del Perú donará a la República Checa el tanque de su propiedad “LPT Pazer 38 Mod M-14”  y por último la Republica Checa donará al Gobierno Regional del Callao la suma de US$ 50,000.00 para ser utilizados en beneficio del Museo del Ejército que se encuentra ubicado dentro de la Fortaleza del Real Felipe.
            Sin embargo conforme al Acuerdo del Consejo Regional Nº 000214, con fecha 20 de diciembre del 2011, se consta que solo el Ejército Peruano cumplió con su parte del trato  al donar el tanque “LPT Pazer 38 Mod M-14”, mientras que las dos otras instituciones que forman parte del acuerdo no cumplieron con lo acordado. Siendo así, el pacto es sujeto a lo dispuesto en la Cláusula Décima Primera del citado convenio “el presente convenio podrá cancelarse por cualquier de las siguientes causas: a) Por incumplimiento de cualquiera de las partes de las obligaciones asumidas mediante el presente Convenio […]”.

            La disolución del contrato también queda estipulada en la segunda página del documento “la Gerencia de Asesoría Jurídica según informe N1827-2011-GRC/GAJ, opina que debe dejarse sin efecto el acuerdo del Consejo Regional Nº 000084 de fecha 20 de junio del 2011”

3.    Situación del Patrimonio e instalaciones.

            En diversas descripciones hechas del museo por libros como Monografía del Real Felipe del Callao y Guía del Museo Histórico-Militar del general Felipe de la Barra y artículos de revistas como Actualidad Militar en su edición de febrero de 1985, se puede constatar que el Museo ocupaba 12 salas de la Fortaleza, sin contar los grandes cañones que se ubicaban fuera de ellas.

            En aquellos tiempos la sala Independencia contaba con fusiles de chispa que fueron disparados por la tropa del Virrey La Serna en la Batalla de Ayacucho, pistolas pertenecientes a Carlos III y a Fernando VII, así como la ultima bandera que flameó en el Real Felipe durante el confinamiento del general Rodil en la Fortaleza, pinturas de próceres y precursores de la independencia como Túpac Amaru y José Baquijano y Carrillo, prendas de Don Ignacio Prado, un óleo que representa la muerte de Atahualpa y mapas que escenificaban el Callao colonial.

            En la Sala Castilla se encontraban armas y prendas pertenecientes a Ramón Castilla, entre ellas una charretera con marcas de sangre del Mariscal por una herida de bala que recibió en el hombro, el poncho que usaba al momento de su muerte y tierra de ese mismo lugar contenida en una urna de cristal, el cuadro de Aurelio Longaray representando este hecho; una estatua de mármol fabricada  a su nombre y de tamaño original, la banda presidencial que usó el mariscal y posteriormente Nicolás de Piérola, donada por la Sra. Francisca Diez Canseco de Castilla; morreones y armas de combatientes de la Guerra de la Confederación, documentos firmados por Gamarra, Santa Cruz y Orbegoso; oleos de Salaverry y una montura que usó Mariano Ignacio Prado durante combate.

            En la sala del General Prado se exhibían objetos  donados por el “Memorial Prado” que existía en Chorrillos referentes a él y su participación en la Guerra de Independencia, como su uniforme, capa, kepí y charreteras; el lapicero con el que firmó la declaración de guerra a España en 1866, además de espadas y medallas con incrustaciones de piedras preciosas otorgadas al general por Bolivia, Chile y  Ecuador, países aliados,  por la victoria del 2 de mayo.

            En la Sala Bolognesi se apreciaban reliquias relacionadas a la Batalla de Arica, como la bandera peruana que flameo en el Morro de Arica  aquel día; la espada, el revólver y piezas del uniforme de Bolognesi; balas y fragmentos de proyectil encontrados en el Morro; el “Monumento al coronel Bolognesi” hecho por el famoso escultor Agustín  Querol, retirada de la Plaza Bolognesi por motivos bastante absurdos, y reemplazada por una nueva creada por Artemio Ocaña en 1954; también se encontraba el oleo “La Respuesta” creada por Juan Lepiani. Puedo constatar que todo lo mencionado anteriormente con respecto a la Sala Bolognesi, exceptuando el monumento hecho por Querol, se encuentra ahora en el Museo de los Combatientes del Morro de Arica.

            En la antigua Sala Cáceres se hallaban reliquias  de la Guerra de 1879, como el uniforme y armas del Mariscal Cáceres y la de su ayudante en la Batalla de Tarapacá, el capitán Torres Paz, que murió combatiendo en la Batalla de Miraflores; también se tuvieron en la sala banderolas chilenas, fragmentos de bala de cañón,  balas de fusiles peruanos y chilenos, restos de uniforme y espalda de un oficial chileno recogidas del Morro Solar, banderas de guerra de los batallones de Reserva N°2 y N°4; además de oleos del Mariscal, de Rufino Torrico, cuadros de la Batalla de Tarapacá y del Reducto N°3; cañones, fusiles, carabinas y bayonetas que fueron usados durante la Guerra con Chile, entre otros. Varios de estos objetos se encuentran ahora en el Museo Andrés Avelino Cáceres.

            En la sala Leoncio Prado se exhibían cartas del padre del coronel, en las que le instaba a combatir por la independencia de Cuba, y la que Leoncio Prado envía a su padre en Colombia, informándole de su inminente fusilamiento; además oleos del momento de su muerte; prendas del coronel, armas, su botiquín de campaña, la bandera con la que se envolvió el féretro y una fotografía de su cuerpo inerte.

            Las salas Zarumilla y Nor-Oriente contenían elementos usados durante la guerra con Ecuador, iniciada en 1941; existían en el lugar 14 banderas arrebatados al ejército ecuatoriano, muestras del botín de  guerra consistente en fusiles, ametralladoras, cañones de montaña, antiaéreos, municiones, equipos de campaña y uniformes varios.

            En las salas de la oploteca se encontraban armas variadas. Desde inicios del museo ya existía una colección de más de 200 armas, entre fusiles, carabinas, metralletas y cañones; todas de distintos modelos y fechas, algunas databan de hasta más de 300 años.

            La oploteca, que contaba con dos salas fue reducida y en la actualidad solo se encuentra una; este reciento es el único que se conserva desde hace más de medio siglo, con variaciones mínimas en su contenido. No obstante, la sala no está incluida en el recorrido actual del Museo, algo muy injusto al tratarse de una sala tan impresionante.

            Esta forma de clasificación por fecha y héroe por las que se organizaban  las salas permaneció de esa manera hasta los años 80’s; posteriormente al pasar el tiempo, objetos de todo tipo se fueron retirando y añadiendo al lugar; la cantidad de salas se fueron reduciendo y la temática de cada una fue variando.      
            La organización de salas hecha en lo
s últimos años  ordena los contenidos de una manera bastante aleatoria. Ya que la Oploteca, y muchas otras salas no se encuentran actualmente en el recorrido, el visitante común y corriente solo puede tener acceso a las piezas que se encuentran dentro de la Casa del Gobernador.
            El recorrido empieza con la estatua de Bolognesi de Querol, monumento que se encuentra  frente a la nueva Explanada 

Estatua original del monumento
a Bolognesi hecha por Querol


Acto seguido nos dirigimos a la estatua del Soldado sin rostro que se encuentra junto a la Casa de la Respuesta, réplica de la existente en Arica y que servía como cuartel del ejército peruano durante la Guerra del Pacífico, existe dentro de esa casa una representación con maniquíes de lo sucedido en 1880, la reunión  de Bolognesi con el sargento chileno que traía la carta de rendición, lugar  donde Bolognesi pronuncia sus famosas palabras; desde hace varios meses el ingreso al lugar tampoco  es permitido a los visitantes, quienes solo pueden observar la fachada del lugar y seguir con su recorrido.

            Luego de ello, se sigue con un breve recorrido por el Parque de Artillería donde se muestran cañones de distintos modelos, todos pertenecientes al siglo XX, además de una visita a la parte la parte de la Fortaleza llamada Caballero de los 12 Cañones, que durante la colonia tenia la función de servir como defensa ante ataques.

            Después de esto, el visitante es conducido a la Casa del Gobernador, mencionada anteriormente; ni bien se ingresa al lugar es evidente la aleatoriedad presente en las tres salas que comprenden el lugar. Por ser ubicaciones de gran tamaño, se han colocado elementos diversos que no guardan relación uno con otro dentro de ella. En la sala de “El Ejercito Inca” se encuentran vitrinas con replicas de huacos, fotos y ondas e imágenes de cera que representan la época incaica.  

Vitrinas con réplicas de huacos

Posteriormente, pasamos a las demás salas de La Casa donde las temáticas se confunden; encontramos partes en cada una de la época colonial y republicana, con adhesiones de óleos y bustos de héroes nacionales, próceres y precursores de la independencia, todos mezclándose en el lugar.

            De los uniformes originales mencionados anteriormente no queda uno a la vista, todo lo que pudimos observar son maniquíes vestidos con replicas de lo que fueran los uniformes de soldados durante la guerra.


Réplicas de uniformes

            No es posible  para un visitante común y corriente acceder al Torreón de la Reina, a pesar del buen estado en que se encuentra, pues según lo comentado por la guía, solo se puede acceder a esta zona mediante un “tour” organizado por alguna empresa turística relacionada al Real Felipe. Donde sí es posible el ingreso es al Torreón del Rey, en la parte que antiguamente cumplía la función de calabozo podemos encontrar maniquíes, que vestidos como prisioneros y guardianes, representan lo sucedido en el lugar hace varios siglos atrás.

            En total el recorrido dura aproximadamente 2 horas, pero en todo ese tiempo, lo anteriormente descrito no fue lo único que percibimos. Pudimos observar la parte posterior del Centro de Convenciones, desmonte y piezas oxidadas tiradas en el suelo, e incluso basura. 


Basura acumulada detrás del
centro de convenciones


  También observamos en cada visita que hicimos al lugar, personas, posiblemente soldados de la Legión Peruana de la Guardia, jugando partidos de fútbol en pleno recorrido y salas sin uso que eran usadas de almacén de chatarra. 

            Existe también una cuarta sala la cual tampoco está incluida en el recorrido, se trata de la sala Homenaje a la Mujer, sala que según informes de la página oficial del Ejército, cuenta con una amplia colección de óleos de mujeres que contribuyeron con independencia y lucha por la patria, como Micaela Bastidas y Antonia Moreno de Cáceres. Además, también según la misma página oficial, en esta sala se encuentra el famoso cuadro de “El Repase” del pintor Ramón Muñiz.

            Cabe mencionar como conclusión que en la SUNARP  sólo la Fortaleza del Real Felipe se encuentra a nombre del ejército; los demás otros museos pertenecientes a tal institución como el Museo Combatientes del Morro de Arica o el Museo Andrés Avelino Cáceres no se encuentran en la lista.

Mg. Virgilio Freddy Cabanillas
UNMSM

El historiador desarrolla su labor profesional en diversos rubros, tales como la investigación, la asesoría, la docencia y la gestión. Dentro de este panorama, cada vez es  más urgente establecer una relación cercana entre historiadores y Patrimonio Cultural, sobre todo en este tiempo de crecientes amenazas contra el legado histórico de los pueblos.

El concepto de Patrimonio se utiliza ampliamente en el vocabulario de los docentes, arqueólogos, historiadores del arte, conservadores, historiadores, etc. El organismo oficial de la cultura en el Perú, define Patrimonio como aquello que se recibe de los padres:

[…] y que, por lo tanto, es de uno por derecho propio, sin que ello sea discutible. En un sentido más amplio, puede referirse a una nación, e involucra no sólo a los bienes materiales, sino también a los espirituales e inmateriales, que en conjunto identifica a un grupo humano. (Ministerio de Cultura, 2012).

Por su parte, la Carta de Cracovia señala que el “Patrimonio es el conjunto de las obras del hombre en las cuales una comunidad reconoce sus valores específicos y particulares con los cuales se identifica” (Conferencia Internacional sobre Conservación, 2000: 5). Se trata de una herencia que se acumula y transmite, enmarcada en “[…] una continua transformación de los recursos de acuerdo a las necesidades y el nivel de conocimientos de cada época” (Fujita, 2005: 26). Urbano agrega que “[…] el patrimonio designa en las sociedades contemporáneas el campo de producción continua de un discurso sobre los rasgos o elementos de una herencia común” (2000: 24). De esta manera, el Patrimonio es ingrediente fundamental en la construcción de identidades locales y nacionales.

El concepto de Patrimonio Cultural es bastante amplio, incluye sitios y monumentos que sirven de cohesión social a las comunidades humanas -especialmente cuando los bienes mantienen su integridad y autenticidad- así como las diversas manifestaciones que se heredan oralmente de los antepasados. La clasificación considera cuatro tipos principales:
Patrimonio Cultural Material (mueble e inmueble).
Patrimonio Cultural Documental.
Patrimonio Cultural Industrial.
Patrimonio Cultural Subacuático.
Patrimonio Cultural Inmaterial (Hayakawa, 2010: 76-77).

La labor del historiador debe contribuir a orientar el proceso de estudio del Patrimonio entendido como el “[…] repertorio de significados continuamente interpretados por una comunidad” (Hayakawa, 2010: 43). La Carta de Cracovia señala que cada grupo humano es responsable de la identificación y gestión de su patrimonio:

Los elementos individuales de este patrimonio son portadores de muchos valores, los cuales pueden cambiar en el tiempo. Esta variabilidad de valores específicos en los elementos define la particularidad de cada patrimonio. A causa de este proceso de cambio, cada comunidad desarrolla una conciencia y un conocimiento de la necesidad de cuidar los valores propios de su patrimonio. (Conferencia Internacional sobre Conservación, 2000: 1).

Por lo tanto, hay que advertir si un monumento, sitio o manifestación inmaterial es realmente representativo de una comunidad, o es la imposición de una élite sobre la colectividad. También hay que contrarrestar otra visión equivocada acerca del Patrimonio, aquella que lo considera mercancía (Hayakawa, 2010: 51). Según esta perspectiva se le considera útil por ser un producto más para el mercado, sobre todo en el ámbito de la actividad turística mal entendida, la que está desconectada de la gente y de su historia.

Sin embargo, la herencia cultural de los pueblos es también un recurso para el desarrollo  (Hayakawa, 2010: 19). Hoy está claro que su conservación y puesta en valor contribuye al progreso sostenible de las comunidades, siempre y cuando se use racionalmente, se respeten los valores que encarna y no se erosione su sentido original.
Patrimonio mundial en el Perú
Si bien en nuestro país la complejidad de los procesos histórico-sociales es un desafío para los historiadores preocupados por el Patrimonio; el compromiso es aún más grande cuando tenemos en cuenta que la UNESCO -en referencia al Perú- reconoce dieciocho elementos en su lista de Patrimonio de importancia mundial:
a)  Patrimonio Cultural:
1.  Centro histórico de Lima.
2.  Centro histórico del Cusco.
3.  Centro histórico de Arequipa.
4Sitio arqueológico de Chan Chan.
5Sitio arqueológico de Chavín.
6Sitio arqueológico Geoglifos de Nazca.
7Sitio arqueológico de Caral.
b)  Patrimonio Natural:
1.  Parque Nacional Huascarán.
2.  Parque Nacional del Manú.
c)  Patrimonio Natural-Cultural:
1.  Santuario de Machupicchu.
2.  Parque Nacional Río Abiseo (incluye el sitio arqueológico Gran Pajatén).
d) Patrimonio Inmaterial:
1.  Arte textil de Taquile.
2.  Patrimonio oral del pueblo Zápara (compartido con Ecuador).
3.  Patrimonio oral del pueblo Aymara (compartido con Bolivia y Chile).
4.  Danza de las Tijeras.
5.  Danza Huaconada de Mito.
6.  Eshuva (los rezos cantados de la etnia Huachipaeri de lengua Harakmbut).
7.  Peregrinación al santuario del Señor de Qoyllurit’i.
Como vemos, aquí se incluyen tres centros históricos urbanos, seis sitios arqueológicos  y siete manifestaciones de patrimonio inmaterial. A esto habría que agregar que en la Lista indicativa de la UNESCO -en espera de una posible declaración de Patrimonio Mundial- tenemos al Qhapac Ñan (candidatura compartida con Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador), los sitios arqueológicos de Pachacamac y Kuélap, el centro histórico de Cajamarca y otros que se van sumando. Esto hace que la responsabilidad del historiador peruano con el Patrimonio Cultural del país -y en los casos citados, incluso de la Humanidad-  sea una tarea urgente de afrontar.
Un curso joven en San Marcos
En torno a esto, cabe destacar que en la EAP de Historia de la UNMSM tenemos ya un curso denominado Patrimonio Histórico, que comenzó a dictarse el año 2009. Un signo de los tiempos.
Dicha asignatura corresponde al segundo semestre.
Es un curso del área informativa del ciclo de formación profesional en Historia. Su objetivo es presentar a los estudiantes la información e importancia del amplio y variado patrimonio histórico del país, así como la necesidad y los medios de conservarlo y ponerlo en valor. (Escuela Académico Profesional de Historia, 2009: 24).
La presencia de este curso es congruente con las cualidades que debe reunir el historiador egresado de la UNMSM, particularmente la tercera:
a)  Capacidad técnica y metodológica para la investigación, el asesoramiento, la enseñanza de la Historia y su difusión a distintos niveles.
b)  Capacidad de crítica, análisis, creatividad e innovación en su desempeño como investigador (a) científico (a), con un sólido manejo de conceptos y categorías vinculados al análisis de procesos socioeconómicos, políticos e ideológicos, así como el dominio de las teorías,  filosofías y metodologías de la Historia.
c)  Conciencia y consecuencia con un pensamiento crítico frente a la realidad nacional y mundial; trabajando por el fortalecimiento y consolidación de una memoria e identidad nacionales, la conservación de nuestro patrimonio histórico y una conciencia histórica. (Escuela Académico Profesional de Historia, 2009: 15).

La sumilla de Patrimonio Histórico es única, pero cada profesor traza sus propios objetivos y plantea la secuencia de temas según su criterio. En mi caso tengo en cuenta los siguientes objetivos:
-    Presentar a los estudiantes la complejidad del patrimonio histórico peruano y su problemática.
-    Evaluar las funciones y el accionar de las instituciones relacionadas con el patrimonio histórico peruano.
-    Discutir los principios fundamentales de la protección, conservación y puesta en valor del patrimonio.
-    Conocer elementos básicos de museología y su relación con la protección y difusión del patrimonio.
-    Revisar diversas propuestas y experiencias en torno a la gestión del patrimonio.

En cuanto a la programación de temas a discutir trabajo con el siguiente esquema:
Patrimonio Cultural y Patrimonio Histórico. Conceptos y discusión actual.
El Estado peruano y el Patrimonio Histórico. La legislación del Patrimonio.
Patrimonio material mueble (objetos históricos, arqueológicos e histórico-artísticos).
Patrimonio material inmueble (monumentos, ambientes urbano-monumentales, ciudades históricas, sitios arqueológicos, paisajes culturales).
Patrimonio Documental (archivos y bibliotecas).
Patrimonio Inmaterial (tradición oral, ritos, creencias, festividades, música). 
El Patrimonio en riesgo. Protección, conservación y puesta en valor del Patrimonio.
La gestión del patrimonio. Experiencias.
Museología: el Patrimonio y el papel de los museos. La gestión de museos.
El Coleccionismo.

Estamos viviendo la infancia de este curso en la E.A.P. de Historia y el interés que muestran los estudiantes es alentador. Agrupados en equipos realizan investigaciones específicas, aplican la teoría discutida en las clases a un Patrimonio concreto y elaboran una monografía con información de primera mano. Muchos de los alumnos se animan a participar en las campañas en defensa del Patrimonio que se lanzan desde las redes sociales. En varios casos, hemos comprobado que alumnos que viven en Lima, por primera vez conocen el Patrimonio monumental y los museos de la ciudad al realizar los trabajos para el curso.

Debo enfatizar que uno de los objetivos es brindar al estudiante de Historia algunos principios de museología. Entendemos que un museo es una institución cuya misión “[…] consiste en adquirir, preservar y valorizar sus colecciones para contribuir a la salvaguarda del patrimonio natural, cultural y científico” (ICOM, 2006: 1). La museología es la ciencia que trata de la problemática de los museos y la museografía ejecuta la parte práctica de las exposiciones, es decir el montaje.

Transmitir información básica sobre Museología y Museografía a los futuros historiadores es urgente, sobre todo cuando constatamos las grandes dificultades de los principales museos estatales, tales como el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y el Museo de la Nación. Las colecciones que poseen son realmente fabulosas y su personal científico excelente, pero el primero tiene una infraestructura de la década del 40 del siglo pasado -y la mitad del museo se desarrolla en una antigua casona- con muchas dificultades para una museografía moderna. El segundo perdió su gran exposición permanente el año 2008 con motivo de las cumbres AL-CUE y APEC. Lo convirtieron en un centro de convenciones. Hoy sólo es un pálido reflejo del ayer. Ahora ni siquiera tiene nombre, lo han retirado de la fachada para colocar “Ministerio de Cultura”.[1]

Si antes de visitar los museos mencionados queremos  conocer sus contenidos en la web, nos llevaremos una desagradable sorpresa: ambas instituciones no tienen página propia. Pero esta falencia es general en los museos del Estado peruano, lo mismo pasa con el Museo Arqueológico de Ancash (Huaraz), el Museo Nacional Sicán (Ferreñafe), el Museo Inka (Casa del Almirante, Cusco), el Museo Nacional Chavín, el Museo Nacional de la Cultura Peruana, el Museo de Arte Italiano, etc. La verdad es que para el  mundo moderno no existen.

Otro caso especial es el centro de interpretación denominado Museo Metropolitano, creado con una millonaria inversión en la anterior gestión municipal. Su aporte es valioso para el conocimiento de la historia de Lima, es didáctico y es motivador, no lo voy a cuestionar. El problema es el proceso: hicieron un “museo virtual” -entendido erróneamente como museo que no exhibe objetos- cuando tenían a mano la colección de arte de la Municipalidad, una de las más importantes del país. Un caso de “gestión” cultural desconectada de conceptos y prioridades.

Nos preocupa especialmente la temática museológica, por eso le brindamos un espacio importante en el curso en cuestión. Hacemos nuestro el parecer de Mario Vargas Llosa cuando dice:

Los museos son tan necesarios para los países como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces más que las aulas y sobre todo de una manera más sutil, privada y permanente que como lo hacen los maestros. Ellos también curan, no los cuerpos, pero sí las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstición y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre sí y los enconan y empujan a matarse. Los museos reemplazan la visión pequeñita, provinciana, mezquina, unilateral, de campanario, de la vida y las cosas por una visión ancha, generosa, plural. Afinan la sensibilidad, estimulan la imaginación, refinan los sentimientos y despiertan en las personas un espíritu crítico y autocrítico. (2009).

Lima, tareas urgentes
El Patrimonio se ve amenazado por diversos factores tales como el paso del tiempo, los desastres naturales, la agresión humana directa, la tergiversación de sus valores y/o contenidos, o el progreso mal entendido. El papel de los historiadores es fundamental para la protección del Patrimonio en todas sus etapas: la investigación, el análisis e interpretación, la defensa militante, la difusión, la puesta en valor y la gestión.
Para el caso de los historiadores que residen en Lima, hay temas específicos que queremos proponer para la reflexión. Asuntos en los que podemos -y debemos- tener una acción más dinámica.  Veamos los casos de la arquitectura monumental y de la escultura pública, asuntos que competen especialmente a los historiadores del arte.

Lima es una de las pocas ciudades de Sudamérica que ostentan el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una ciudad valiosa por su trascendencia histórica y su riqueza arquitectónica-artística. Desgraciadamente, pocas veces nuestras autoridades han estado a la altura de este reconocimiento internacional. Para los que caminamos cotidianamente por el Centro Histórico, es lamentable ver el descuido de la ciudad: fachadas asquerosas y/o pintadas por sectores con colores diferentes, techos con desperdicios o con informales construcciones disonantes, balcones en peligro, balaustradas y cornisas en proceso de destrucción, casonas apuntaladas como sea, esculturas mutiladas, urinarios públicos permanentemente consentidos, humo contaminante de vehículos que han pasado por “revisiones técnicas”, restauraciones de nunca acabar o anunciadas y postergadas todos los años, etc.

Todo esto afecta a los bienes patrimoniales, los mismos que guardan la memoria de la ciudad y configuran su identidad. La riqueza del paisaje urbano del Centro Histórico, Barrios Altos, Rímac y La Victoria es innegable. Es hora de que las autoridades piensen en serio en restaurar -por sectores- nuestros barrios y edificios representativos. Experiencias como la de jirón Ancash -la cuadra donde se ubica la Casa de las Trece Puertas- revelan como quedaría Lima si se pusiera en valor su arquitectura. Además, la restauración debe preparar los edificios para el gran sismo que algún día asolará esta despreocupada ciudad. Poner en valor la arquitectura virreinal y republicana significará salvar el patrimonio, la identidad de la ciudad y la vida de miles de personas.

Cierto que muchas de las construcciones son de propiedad privada, pero es evidente que sus dueños no las van a recuperar -por desinterés o por carencia de medios económicos-, entonces es imperativa la intervención de las autoridades. Si es necesario hay que replantear la legislación correspondiente, ya que con el pretexto de que el Estado no puede intervenir en construcciones particulares cada día perdemos una página de la historia limeña.

Pero los historiadores somos científicos sociales y no podemos proponer la puesta en valor del Patrimonio sin considerar la problemática social. Aquí intervienen también colegas de otras disciplinas de las ciencias sociales y afines. El proceso debe incluir programas de apoyo psicológico a las familias disfuncionales, desintoxicación de niños y jóvenes drogodependientes, difusión de buenos hábitos alimenticios y alternativas nutricionales, prevención del abuso sexual infantil, capacitación laboral de jóvenes en peligro de ser arrastrados por el pandillaje y la delincuencia, desactivación de centros de venta de drogas, desaparición de cantinas de “mala muerte”, creación de bibliotecas barriales y museos para niños, control de cabinas de Internet que ofrecen juegos violentos a los pequeños, recuperación de la tradición oral, etc.

Pero no se vaya a pensar que hay que defender sólo la arquitectura virreinal y decimonónica. También es necesario aunar esfuerzos en defensa de la arquitectura peruana del siglo XX. En los años 20 del siglo pasado surgieron tres estilos que buscaban crear una arquitectura nacional: el indigenista o neo-inca -aunque también usó motivos de otras culturas-, el neocolonial o neobarroco y el neoperuano. Del primero y del último hay pocos ejemplos, en cambio el neocolonial ha dejado numerosos edificios en el Centro Histórico, Jesús María, Pueblo Libre, San Isidro, Magdalena, Miraflores, etc. Es necesario un inventario que abarque los tres estilos y luego una clasificación según la importancia de los edificios para proceder a su protección. Las construcciones más representativas deben conservarse íntegramente y las autoridades tienen que brindar todas las facilidades administrativas, legales, tributarias, etc. que requieran las familias o instituciones propietarias. Mucho más si conservan y restauran los monumentos. Otras edificaciones menos trascendentes deben ser salvadas -al menos- en las fachadas. Los arquitectos son por su propia naturaleza profesionales creativos, y pueden solucionar este impase entre tradición y modernidad. No permitamos que se siga destruyendo la arquitectura de la ciudad como ha ocurrido en las avenidas Salaverry, San Felipe, Arequipa, etc.

Para el caso es necesario tomar el modelo europeo, por ejemplo la Declaración de Ámsterdam: 

La planificación urbana y la ordenación del territorio deben integrar las exigencias de la conservación del patrimonio arquitectónico y no tratarla de forma fraccionaria o como un elemento secundario, como ha sucedido a menudo en el pasado reciente. A partir de ahora, es indispensable un diálogo permanente entre los conservadores y los urbanistas.
Los urbanistas deben reconocer que los espacios no son equivalentes; es necesario tratarlos según las características que les son propias. El tener en cuenta los valores estéticos y culturales del patrimonio arquitectónico debe conducir a fijar para los conjuntos antiguos objetivos y normas de acondicionamiento especiales. No se deben limitar a superponer, sin coordinarlas, las normas ordinarias de planificación y las normas especiales de protección de edificios históricos. (Congreso de Ámsterdam, 1975: 5).

Aunque tal vez no sea necesario ir tan lejos para encontrar orientación contra el “vandalismo urbanístico”. Veamos lo que dicen las famosas Normas de Quito:

Todo proceso de acelerado desarrollo trae consigo la multiplicación de obras de infraestructura y la ocupación de extensas áreas por instalaciones industriales y construcciones inmobiliarias que alteran y aún deforman por completo el paisaje, borrando las huellas y expresiones del pasado, testimonios de una tradición histórica de inestimable valor. […]
Todo ello en nombre de un mal entendido y peor administrado progreso urbano.
No es exagerado afirmar que el potencial de riqueza destruida con estos irresponsables actos de vandalismo urbanístico en numerosas ciudades del continente, excede con mucho a los beneficios que para la economía nacional se derivan de las instalaciones y mejoras de infraestructura con que pretenden justificarse.
LA SOLUCIÓN CONCILIATORIA: La necesidad de conciliar las exigencias del progreso urbano con la salvaguardia de los valores ambientales, es ya hoy día una norma inviolable en la formulación de los planes reguladores a nivel tanto local como nacional. En ese sentido todo plan de ordenación deberá realizarse en forma que permita integrar al conjunto urbanístico los centros o complejos históricos de interés ambiental. (Reunión sobre Conservación y Utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico Artístico, 1967: 2).

Estamos advertidos, el progreso urbano debe estar orientado por planes reguladores. Y es en ese nivel que se aplica la denominada “solución conciliatoria”.

Pasemos ahora a otro género artístico. Lima es una ciudad con un interesante acervo de escultura pública monumental, que en los últimos años ha sido afectado por acciones -e inacciones- de las autoridades que deberían protegerlo y promocionarlo. Desde el abandono total, pasando por intervenciones distorsionadoras de los diseños originales, hasta el atentado directo destructivo, la actitud de las autoridades demuestra suma ignorancia que debemos confrontar desde la sociedad civil.

Es lamentable señalar que en este tema, el Estado es el enemigo número uno del arte escultórico. Por esa razón los historiadores podemos liderar a la sociedad civil para  reclamar normas claras para la protección de los monumentos conmemorativos y afines, obras de arte fundamentales en la educación cívica de la población y testimonios visibles que ayudan a remarcar la identidad y los valores patrióticos y ciudadanos. Insisto, hay que darles el tratamiento que merecen, son obras de arte y el hecho de que estén en la calle no significa que las abandonemos a su suerte.

Es necesario que exista un organismo responsable que haga un seguimiento permanente de las esculturas y que coordine cualquier intervención en el marco de las reglas estrictas de la conservación. Una oficina dependiente de la Municipalidad Metropolitana o del Ministerio de Cultura, habrá que ver.

Las municipalidades tienen la obligación de brindar seguridad a estas obras de arte. La vigilancia tiene que ser permanente, especialmente de noche. Las intervenciones de mantenimiento y restauración tendrían que ser aprobadas y monitoreadas por los especialistas del organismo propuesto, pero de manera ágil para evitar entrampamientos. 

Lo más importante es que exista sanción ejemplar contra los funcionarios responsables del daño a los monumentos, sea por descuido, sea por intervenciones desafortunadas. Por ejemplo, los señores alcaldes deben entender que los cambios de color -les encanta el dorado- o de pedestal, sin consultar a los escultores, son faltas de respeto a la labor creativa de los artistas. El diseño original debe ser considerado intangible. Tenía razón José Antonio Gamarra Puertas cuando pedía a las autoridades declarar en “estado de conmoción” al “monumento público estatuario conmemorativo”, debido a la agresiva depredación (1996: 231).

Consideramos tres tipos de atentados oficiales contra la escultura pública:
A.  Desidia, olvido y/o abandono. Ejemplos: Conjunto escultórico funerario del Cementerio Presbítero Maestro, Alameda de los Descalzos, Monumento a la Victoria del 2 de Mayo, Estatua de la Libertad (Plaza Francia), bustos de la Plaza de la Medicina Peruana, Monumento a Humboldt (el caso más escandaloso), etc.
B.  Atentado directo distorsionador. Ejemplos: Monumento al Cnel. Bolognesi, Monumento al Mcal. Castilla (en ambos casos los pedestales de granito están pintados de verde), Monumento al Libertador San Martín (me refiero al pintado de la roca granítica, anterior al reciente caso de vandalismo que afectó la parte inferior de la obra), etc.
C.  Atentado directo destructivo. Ejemplos: Monumento al Bombero (destrucción total para cambiarlo por una figura de inferior calidad), Monumento a Washington (destrucción de la banca semicircular), Monumento a Vallejo (absurdo reemplazo del pedestal original para colocar la placa del alcalde Luis Castañeda).
D.  Financiamiento e instalación de pseudoesculturas sin valor artístico. Los casos más graves se encuentran en el Callao y Chosica.

Ante esta realidad que abruma, podemos empezar por inventariar las esculturas y determinar su estado actual para sugerir a las autoridades las acciones correspondientes. En Lima hay trabajo de sobra que nos está esperando.

Tanto en el caso de la arquitectura monumental como en el de la escultura pública, la intervención en bienes inmuebles tiene varias etapas, el historiador / historiador del arte debe tener en cuenta este proceso para afinar sus competencias y potencializar su aporte. Veamos las fases según el método planteado por la Consejería de Cultura de Andalucía (González, 2008: 2-3).
A. Fase de conocimiento: estudio previo del bien inmueble para elaborar la documentación que determine y justifique el grado de intervención. Es un diagnóstico.
B. Fase de intervención: tiene tres etapas.
1.  El proyecto.
2.  La ejecución de las obras.
3.  La memoria final.
C. Fase de difusión.  

Otro elemento a tener en cuenta en la protección y uso del Patrimonio es el denominado “plan de manejo”. Los historiadores están llamados a una participación más activa en la elaboración y realización de estos documentos que permiten el uso racional del Patrimonio Histórico. Según Fernando Fujita, un plan de manejo consta de las siguientes fases: identificación, registro, investigación, conservación, puesta en valor, análisis e inserción en la realidad y propuesta de desarrollo local (2005: 29). Un trabajo multidisciplinario en el que los historiadores dialogarán con gestores culturales, museólogos, antropólogos, arqueólogos, arquitectos, etc. Una oportunidad para ampliar nuestros horizontes y aportar a la sociedad en una problemática de imperiosa actualidad.

BIBLIOGRAFÍA
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Cabanillas, Virgilio Freddy (2009). Monumental descuido. Memoria, arte y ciudad. Exágono. Revista del Colegio de Arquitectos del Perú, año 1, (3), 48-53.
Conferencia Internacional sobre Conservación (2000). Carta de Cracovia 2000. Principios para la conservación y restauración del Patrimonio construido. Recuperado el 20 de junio de 2012, de http://ipce.mcu.es/pdfs/2000_Carta_Cracovia.pdf
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Escuela Académico Profesional de Historia (2009). Plan de estudios 2009. Lima: UNMSM.
Fujita, Fernando (2005). Patrimonio histórico desde la perspectiva de una región americana. Boletín del Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, año 7 (3), 26-29.
Gamarra, José Antonio (1996). Obras de arte y turismo monumental. Lima.
González Talavera, Blanca (2008). El historiador del  arte  y las  intervenciones  en  el patrimonio histórico-artístico.  Un  caso práctico: el Hotel Palacio del Bailío en Córdoba. Recuperado el 25 de junio de 2012, de http://www.ub.edu/ceha-2008/pdfs/09-m02-s02-com_27-bgt.pdf 
Hayakawa, José Carlos (2010). Gestión del Patrimonio Cultural y centros históricos latinoamericanos. Tendiendo puentes entre el patrimonio y la ciudad. Lima: UNI.
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Reunión sobre Conservación y Utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico Artístico (1967). Normas de Quito. Recuperado el 25 de junio de 2012, de http://www.programapd.pe/limapatrimoniomundial/documentos/normas_de_quito.pdf
Urbano, Henrique (2000). Patrimonio y modernidad. Turismo y Patrimonio, 1, 13-25.
Vargas Llosa, Mario (2009). El Perú no necesita museos. Recuperado el 15 de junio de 2012, de http://elpais.com/diario/2009/03/08/opinion/1236466813_850215.html
Varios autores (2006). Casos de gestión cultural en el Perú. Lima: INC / Universidad de Piura / OEI.
Varios autores (2000). Patrimonio Cultural del Perú. 2 vols. Lima: Congreso del Perú.




[1] Con motivo de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y Países Árabes (ASPA), nuevamente cerraron al público el Museo de la Nación (octubre 2012). El uso inapropiado de las instalaciones del museo nos hace pensar en un Estado peruano indigente y desorganizado, que necesita  con urgencia construir un local para eventos internacionales.  El nuevo atentado oficial contra el Museo de la Nación revela que las autoridades creen que el progreso se mide sólo con el aumento de los negocios. Su visión limitada del desarrollo humano les hace creer que la ciencia, la educación y el arte pueden esperar.

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