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Mg. Virgilio Freddy Cabanillas
UNMSM

El historiador desarrolla su labor profesional en diversos rubros, tales como la investigación, la asesoría, la docencia y la gestión. Dentro de este panorama, cada vez es  más urgente establecer una relación cercana entre historiadores y Patrimonio Cultural, sobre todo en este tiempo de crecientes amenazas contra el legado histórico de los pueblos.

El concepto de Patrimonio se utiliza ampliamente en el vocabulario de los docentes, arqueólogos, historiadores del arte, conservadores, historiadores, etc. El organismo oficial de la cultura en el Perú, define Patrimonio como aquello que se recibe de los padres:

[…] y que, por lo tanto, es de uno por derecho propio, sin que ello sea discutible. En un sentido más amplio, puede referirse a una nación, e involucra no sólo a los bienes materiales, sino también a los espirituales e inmateriales, que en conjunto identifica a un grupo humano. (Ministerio de Cultura, 2012).

Por su parte, la Carta de Cracovia señala que el “Patrimonio es el conjunto de las obras del hombre en las cuales una comunidad reconoce sus valores específicos y particulares con los cuales se identifica” (Conferencia Internacional sobre Conservación, 2000: 5). Se trata de una herencia que se acumula y transmite, enmarcada en “[…] una continua transformación de los recursos de acuerdo a las necesidades y el nivel de conocimientos de cada época” (Fujita, 2005: 26). Urbano agrega que “[…] el patrimonio designa en las sociedades contemporáneas el campo de producción continua de un discurso sobre los rasgos o elementos de una herencia común” (2000: 24). De esta manera, el Patrimonio es ingrediente fundamental en la construcción de identidades locales y nacionales.

El concepto de Patrimonio Cultural es bastante amplio, incluye sitios y monumentos que sirven de cohesión social a las comunidades humanas -especialmente cuando los bienes mantienen su integridad y autenticidad- así como las diversas manifestaciones que se heredan oralmente de los antepasados. La clasificación considera cuatro tipos principales:
Patrimonio Cultural Material (mueble e inmueble).
Patrimonio Cultural Documental.
Patrimonio Cultural Industrial.
Patrimonio Cultural Subacuático.
Patrimonio Cultural Inmaterial (Hayakawa, 2010: 76-77).

La labor del historiador debe contribuir a orientar el proceso de estudio del Patrimonio entendido como el “[…] repertorio de significados continuamente interpretados por una comunidad” (Hayakawa, 2010: 43). La Carta de Cracovia señala que cada grupo humano es responsable de la identificación y gestión de su patrimonio:

Los elementos individuales de este patrimonio son portadores de muchos valores, los cuales pueden cambiar en el tiempo. Esta variabilidad de valores específicos en los elementos define la particularidad de cada patrimonio. A causa de este proceso de cambio, cada comunidad desarrolla una conciencia y un conocimiento de la necesidad de cuidar los valores propios de su patrimonio. (Conferencia Internacional sobre Conservación, 2000: 1).

Por lo tanto, hay que advertir si un monumento, sitio o manifestación inmaterial es realmente representativo de una comunidad, o es la imposición de una élite sobre la colectividad. También hay que contrarrestar otra visión equivocada acerca del Patrimonio, aquella que lo considera mercancía (Hayakawa, 2010: 51). Según esta perspectiva se le considera útil por ser un producto más para el mercado, sobre todo en el ámbito de la actividad turística mal entendida, la que está desconectada de la gente y de su historia.

Sin embargo, la herencia cultural de los pueblos es también un recurso para el desarrollo  (Hayakawa, 2010: 19). Hoy está claro que su conservación y puesta en valor contribuye al progreso sostenible de las comunidades, siempre y cuando se use racionalmente, se respeten los valores que encarna y no se erosione su sentido original.
Patrimonio mundial en el Perú
Si bien en nuestro país la complejidad de los procesos histórico-sociales es un desafío para los historiadores preocupados por el Patrimonio; el compromiso es aún más grande cuando tenemos en cuenta que la UNESCO -en referencia al Perú- reconoce dieciocho elementos en su lista de Patrimonio de importancia mundial:
a)  Patrimonio Cultural:
1.  Centro histórico de Lima.
2.  Centro histórico del Cusco.
3.  Centro histórico de Arequipa.
4Sitio arqueológico de Chan Chan.
5Sitio arqueológico de Chavín.
6Sitio arqueológico Geoglifos de Nazca.
7Sitio arqueológico de Caral.
b)  Patrimonio Natural:
1.  Parque Nacional Huascarán.
2.  Parque Nacional del Manú.
c)  Patrimonio Natural-Cultural:
1.  Santuario de Machupicchu.
2.  Parque Nacional Río Abiseo (incluye el sitio arqueológico Gran Pajatén).
d) Patrimonio Inmaterial:
1.  Arte textil de Taquile.
2.  Patrimonio oral del pueblo Zápara (compartido con Ecuador).
3.  Patrimonio oral del pueblo Aymara (compartido con Bolivia y Chile).
4.  Danza de las Tijeras.
5.  Danza Huaconada de Mito.
6.  Eshuva (los rezos cantados de la etnia Huachipaeri de lengua Harakmbut).
7.  Peregrinación al santuario del Señor de Qoyllurit’i.
Como vemos, aquí se incluyen tres centros históricos urbanos, seis sitios arqueológicos  y siete manifestaciones de patrimonio inmaterial. A esto habría que agregar que en la Lista indicativa de la UNESCO -en espera de una posible declaración de Patrimonio Mundial- tenemos al Qhapac Ñan (candidatura compartida con Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador), los sitios arqueológicos de Pachacamac y Kuélap, el centro histórico de Cajamarca y otros que se van sumando. Esto hace que la responsabilidad del historiador peruano con el Patrimonio Cultural del país -y en los casos citados, incluso de la Humanidad-  sea una tarea urgente de afrontar.
Un curso joven en San Marcos
En torno a esto, cabe destacar que en la EAP de Historia de la UNMSM tenemos ya un curso denominado Patrimonio Histórico, que comenzó a dictarse el año 2009. Un signo de los tiempos.
Dicha asignatura corresponde al segundo semestre.
Es un curso del área informativa del ciclo de formación profesional en Historia. Su objetivo es presentar a los estudiantes la información e importancia del amplio y variado patrimonio histórico del país, así como la necesidad y los medios de conservarlo y ponerlo en valor. (Escuela Académico Profesional de Historia, 2009: 24).
La presencia de este curso es congruente con las cualidades que debe reunir el historiador egresado de la UNMSM, particularmente la tercera:
a)  Capacidad técnica y metodológica para la investigación, el asesoramiento, la enseñanza de la Historia y su difusión a distintos niveles.
b)  Capacidad de crítica, análisis, creatividad e innovación en su desempeño como investigador (a) científico (a), con un sólido manejo de conceptos y categorías vinculados al análisis de procesos socioeconómicos, políticos e ideológicos, así como el dominio de las teorías,  filosofías y metodologías de la Historia.
c)  Conciencia y consecuencia con un pensamiento crítico frente a la realidad nacional y mundial; trabajando por el fortalecimiento y consolidación de una memoria e identidad nacionales, la conservación de nuestro patrimonio histórico y una conciencia histórica. (Escuela Académico Profesional de Historia, 2009: 15).

La sumilla de Patrimonio Histórico es única, pero cada profesor traza sus propios objetivos y plantea la secuencia de temas según su criterio. En mi caso tengo en cuenta los siguientes objetivos:
-    Presentar a los estudiantes la complejidad del patrimonio histórico peruano y su problemática.
-    Evaluar las funciones y el accionar de las instituciones relacionadas con el patrimonio histórico peruano.
-    Discutir los principios fundamentales de la protección, conservación y puesta en valor del patrimonio.
-    Conocer elementos básicos de museología y su relación con la protección y difusión del patrimonio.
-    Revisar diversas propuestas y experiencias en torno a la gestión del patrimonio.

En cuanto a la programación de temas a discutir trabajo con el siguiente esquema:
Patrimonio Cultural y Patrimonio Histórico. Conceptos y discusión actual.
El Estado peruano y el Patrimonio Histórico. La legislación del Patrimonio.
Patrimonio material mueble (objetos históricos, arqueológicos e histórico-artísticos).
Patrimonio material inmueble (monumentos, ambientes urbano-monumentales, ciudades históricas, sitios arqueológicos, paisajes culturales).
Patrimonio Documental (archivos y bibliotecas).
Patrimonio Inmaterial (tradición oral, ritos, creencias, festividades, música). 
El Patrimonio en riesgo. Protección, conservación y puesta en valor del Patrimonio.
La gestión del patrimonio. Experiencias.
Museología: el Patrimonio y el papel de los museos. La gestión de museos.
El Coleccionismo.

Estamos viviendo la infancia de este curso en la E.A.P. de Historia y el interés que muestran los estudiantes es alentador. Agrupados en equipos realizan investigaciones específicas, aplican la teoría discutida en las clases a un Patrimonio concreto y elaboran una monografía con información de primera mano. Muchos de los alumnos se animan a participar en las campañas en defensa del Patrimonio que se lanzan desde las redes sociales. En varios casos, hemos comprobado que alumnos que viven en Lima, por primera vez conocen el Patrimonio monumental y los museos de la ciudad al realizar los trabajos para el curso.

Debo enfatizar que uno de los objetivos es brindar al estudiante de Historia algunos principios de museología. Entendemos que un museo es una institución cuya misión “[…] consiste en adquirir, preservar y valorizar sus colecciones para contribuir a la salvaguarda del patrimonio natural, cultural y científico” (ICOM, 2006: 1). La museología es la ciencia que trata de la problemática de los museos y la museografía ejecuta la parte práctica de las exposiciones, es decir el montaje.

Transmitir información básica sobre Museología y Museografía a los futuros historiadores es urgente, sobre todo cuando constatamos las grandes dificultades de los principales museos estatales, tales como el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y el Museo de la Nación. Las colecciones que poseen son realmente fabulosas y su personal científico excelente, pero el primero tiene una infraestructura de la década del 40 del siglo pasado -y la mitad del museo se desarrolla en una antigua casona- con muchas dificultades para una museografía moderna. El segundo perdió su gran exposición permanente el año 2008 con motivo de las cumbres AL-CUE y APEC. Lo convirtieron en un centro de convenciones. Hoy sólo es un pálido reflejo del ayer. Ahora ni siquiera tiene nombre, lo han retirado de la fachada para colocar “Ministerio de Cultura”.[1]

Si antes de visitar los museos mencionados queremos  conocer sus contenidos en la web, nos llevaremos una desagradable sorpresa: ambas instituciones no tienen página propia. Pero esta falencia es general en los museos del Estado peruano, lo mismo pasa con el Museo Arqueológico de Ancash (Huaraz), el Museo Nacional Sicán (Ferreñafe), el Museo Inka (Casa del Almirante, Cusco), el Museo Nacional Chavín, el Museo Nacional de la Cultura Peruana, el Museo de Arte Italiano, etc. La verdad es que para el  mundo moderno no existen.

Otro caso especial es el centro de interpretación denominado Museo Metropolitano, creado con una millonaria inversión en la anterior gestión municipal. Su aporte es valioso para el conocimiento de la historia de Lima, es didáctico y es motivador, no lo voy a cuestionar. El problema es el proceso: hicieron un “museo virtual” -entendido erróneamente como museo que no exhibe objetos- cuando tenían a mano la colección de arte de la Municipalidad, una de las más importantes del país. Un caso de “gestión” cultural desconectada de conceptos y prioridades.

Nos preocupa especialmente la temática museológica, por eso le brindamos un espacio importante en el curso en cuestión. Hacemos nuestro el parecer de Mario Vargas Llosa cuando dice:

Los museos son tan necesarios para los países como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces más que las aulas y sobre todo de una manera más sutil, privada y permanente que como lo hacen los maestros. Ellos también curan, no los cuerpos, pero sí las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstición y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre sí y los enconan y empujan a matarse. Los museos reemplazan la visión pequeñita, provinciana, mezquina, unilateral, de campanario, de la vida y las cosas por una visión ancha, generosa, plural. Afinan la sensibilidad, estimulan la imaginación, refinan los sentimientos y despiertan en las personas un espíritu crítico y autocrítico. (2009).

Lima, tareas urgentes
El Patrimonio se ve amenazado por diversos factores tales como el paso del tiempo, los desastres naturales, la agresión humana directa, la tergiversación de sus valores y/o contenidos, o el progreso mal entendido. El papel de los historiadores es fundamental para la protección del Patrimonio en todas sus etapas: la investigación, el análisis e interpretación, la defensa militante, la difusión, la puesta en valor y la gestión.
Para el caso de los historiadores que residen en Lima, hay temas específicos que queremos proponer para la reflexión. Asuntos en los que podemos -y debemos- tener una acción más dinámica.  Veamos los casos de la arquitectura monumental y de la escultura pública, asuntos que competen especialmente a los historiadores del arte.

Lima es una de las pocas ciudades de Sudamérica que ostentan el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una ciudad valiosa por su trascendencia histórica y su riqueza arquitectónica-artística. Desgraciadamente, pocas veces nuestras autoridades han estado a la altura de este reconocimiento internacional. Para los que caminamos cotidianamente por el Centro Histórico, es lamentable ver el descuido de la ciudad: fachadas asquerosas y/o pintadas por sectores con colores diferentes, techos con desperdicios o con informales construcciones disonantes, balcones en peligro, balaustradas y cornisas en proceso de destrucción, casonas apuntaladas como sea, esculturas mutiladas, urinarios públicos permanentemente consentidos, humo contaminante de vehículos que han pasado por “revisiones técnicas”, restauraciones de nunca acabar o anunciadas y postergadas todos los años, etc.

Todo esto afecta a los bienes patrimoniales, los mismos que guardan la memoria de la ciudad y configuran su identidad. La riqueza del paisaje urbano del Centro Histórico, Barrios Altos, Rímac y La Victoria es innegable. Es hora de que las autoridades piensen en serio en restaurar -por sectores- nuestros barrios y edificios representativos. Experiencias como la de jirón Ancash -la cuadra donde se ubica la Casa de las Trece Puertas- revelan como quedaría Lima si se pusiera en valor su arquitectura. Además, la restauración debe preparar los edificios para el gran sismo que algún día asolará esta despreocupada ciudad. Poner en valor la arquitectura virreinal y republicana significará salvar el patrimonio, la identidad de la ciudad y la vida de miles de personas.

Cierto que muchas de las construcciones son de propiedad privada, pero es evidente que sus dueños no las van a recuperar -por desinterés o por carencia de medios económicos-, entonces es imperativa la intervención de las autoridades. Si es necesario hay que replantear la legislación correspondiente, ya que con el pretexto de que el Estado no puede intervenir en construcciones particulares cada día perdemos una página de la historia limeña.

Pero los historiadores somos científicos sociales y no podemos proponer la puesta en valor del Patrimonio sin considerar la problemática social. Aquí intervienen también colegas de otras disciplinas de las ciencias sociales y afines. El proceso debe incluir programas de apoyo psicológico a las familias disfuncionales, desintoxicación de niños y jóvenes drogodependientes, difusión de buenos hábitos alimenticios y alternativas nutricionales, prevención del abuso sexual infantil, capacitación laboral de jóvenes en peligro de ser arrastrados por el pandillaje y la delincuencia, desactivación de centros de venta de drogas, desaparición de cantinas de “mala muerte”, creación de bibliotecas barriales y museos para niños, control de cabinas de Internet que ofrecen juegos violentos a los pequeños, recuperación de la tradición oral, etc.

Pero no se vaya a pensar que hay que defender sólo la arquitectura virreinal y decimonónica. También es necesario aunar esfuerzos en defensa de la arquitectura peruana del siglo XX. En los años 20 del siglo pasado surgieron tres estilos que buscaban crear una arquitectura nacional: el indigenista o neo-inca -aunque también usó motivos de otras culturas-, el neocolonial o neobarroco y el neoperuano. Del primero y del último hay pocos ejemplos, en cambio el neocolonial ha dejado numerosos edificios en el Centro Histórico, Jesús María, Pueblo Libre, San Isidro, Magdalena, Miraflores, etc. Es necesario un inventario que abarque los tres estilos y luego una clasificación según la importancia de los edificios para proceder a su protección. Las construcciones más representativas deben conservarse íntegramente y las autoridades tienen que brindar todas las facilidades administrativas, legales, tributarias, etc. que requieran las familias o instituciones propietarias. Mucho más si conservan y restauran los monumentos. Otras edificaciones menos trascendentes deben ser salvadas -al menos- en las fachadas. Los arquitectos son por su propia naturaleza profesionales creativos, y pueden solucionar este impase entre tradición y modernidad. No permitamos que se siga destruyendo la arquitectura de la ciudad como ha ocurrido en las avenidas Salaverry, San Felipe, Arequipa, etc.

Para el caso es necesario tomar el modelo europeo, por ejemplo la Declaración de Ámsterdam: 

La planificación urbana y la ordenación del territorio deben integrar las exigencias de la conservación del patrimonio arquitectónico y no tratarla de forma fraccionaria o como un elemento secundario, como ha sucedido a menudo en el pasado reciente. A partir de ahora, es indispensable un diálogo permanente entre los conservadores y los urbanistas.
Los urbanistas deben reconocer que los espacios no son equivalentes; es necesario tratarlos según las características que les son propias. El tener en cuenta los valores estéticos y culturales del patrimonio arquitectónico debe conducir a fijar para los conjuntos antiguos objetivos y normas de acondicionamiento especiales. No se deben limitar a superponer, sin coordinarlas, las normas ordinarias de planificación y las normas especiales de protección de edificios históricos. (Congreso de Ámsterdam, 1975: 5).

Aunque tal vez no sea necesario ir tan lejos para encontrar orientación contra el “vandalismo urbanístico”. Veamos lo que dicen las famosas Normas de Quito:

Todo proceso de acelerado desarrollo trae consigo la multiplicación de obras de infraestructura y la ocupación de extensas áreas por instalaciones industriales y construcciones inmobiliarias que alteran y aún deforman por completo el paisaje, borrando las huellas y expresiones del pasado, testimonios de una tradición histórica de inestimable valor. […]
Todo ello en nombre de un mal entendido y peor administrado progreso urbano.
No es exagerado afirmar que el potencial de riqueza destruida con estos irresponsables actos de vandalismo urbanístico en numerosas ciudades del continente, excede con mucho a los beneficios que para la economía nacional se derivan de las instalaciones y mejoras de infraestructura con que pretenden justificarse.
LA SOLUCIÓN CONCILIATORIA: La necesidad de conciliar las exigencias del progreso urbano con la salvaguardia de los valores ambientales, es ya hoy día una norma inviolable en la formulación de los planes reguladores a nivel tanto local como nacional. En ese sentido todo plan de ordenación deberá realizarse en forma que permita integrar al conjunto urbanístico los centros o complejos históricos de interés ambiental. (Reunión sobre Conservación y Utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico Artístico, 1967: 2).

Estamos advertidos, el progreso urbano debe estar orientado por planes reguladores. Y es en ese nivel que se aplica la denominada “solución conciliatoria”.

Pasemos ahora a otro género artístico. Lima es una ciudad con un interesante acervo de escultura pública monumental, que en los últimos años ha sido afectado por acciones -e inacciones- de las autoridades que deberían protegerlo y promocionarlo. Desde el abandono total, pasando por intervenciones distorsionadoras de los diseños originales, hasta el atentado directo destructivo, la actitud de las autoridades demuestra suma ignorancia que debemos confrontar desde la sociedad civil.

Es lamentable señalar que en este tema, el Estado es el enemigo número uno del arte escultórico. Por esa razón los historiadores podemos liderar a la sociedad civil para  reclamar normas claras para la protección de los monumentos conmemorativos y afines, obras de arte fundamentales en la educación cívica de la población y testimonios visibles que ayudan a remarcar la identidad y los valores patrióticos y ciudadanos. Insisto, hay que darles el tratamiento que merecen, son obras de arte y el hecho de que estén en la calle no significa que las abandonemos a su suerte.

Es necesario que exista un organismo responsable que haga un seguimiento permanente de las esculturas y que coordine cualquier intervención en el marco de las reglas estrictas de la conservación. Una oficina dependiente de la Municipalidad Metropolitana o del Ministerio de Cultura, habrá que ver.

Las municipalidades tienen la obligación de brindar seguridad a estas obras de arte. La vigilancia tiene que ser permanente, especialmente de noche. Las intervenciones de mantenimiento y restauración tendrían que ser aprobadas y monitoreadas por los especialistas del organismo propuesto, pero de manera ágil para evitar entrampamientos. 

Lo más importante es que exista sanción ejemplar contra los funcionarios responsables del daño a los monumentos, sea por descuido, sea por intervenciones desafortunadas. Por ejemplo, los señores alcaldes deben entender que los cambios de color -les encanta el dorado- o de pedestal, sin consultar a los escultores, son faltas de respeto a la labor creativa de los artistas. El diseño original debe ser considerado intangible. Tenía razón José Antonio Gamarra Puertas cuando pedía a las autoridades declarar en “estado de conmoción” al “monumento público estatuario conmemorativo”, debido a la agresiva depredación (1996: 231).

Consideramos tres tipos de atentados oficiales contra la escultura pública:
A.  Desidia, olvido y/o abandono. Ejemplos: Conjunto escultórico funerario del Cementerio Presbítero Maestro, Alameda de los Descalzos, Monumento a la Victoria del 2 de Mayo, Estatua de la Libertad (Plaza Francia), bustos de la Plaza de la Medicina Peruana, Monumento a Humboldt (el caso más escandaloso), etc.
B.  Atentado directo distorsionador. Ejemplos: Monumento al Cnel. Bolognesi, Monumento al Mcal. Castilla (en ambos casos los pedestales de granito están pintados de verde), Monumento al Libertador San Martín (me refiero al pintado de la roca granítica, anterior al reciente caso de vandalismo que afectó la parte inferior de la obra), etc.
C.  Atentado directo destructivo. Ejemplos: Monumento al Bombero (destrucción total para cambiarlo por una figura de inferior calidad), Monumento a Washington (destrucción de la banca semicircular), Monumento a Vallejo (absurdo reemplazo del pedestal original para colocar la placa del alcalde Luis Castañeda).
D.  Financiamiento e instalación de pseudoesculturas sin valor artístico. Los casos más graves se encuentran en el Callao y Chosica.

Ante esta realidad que abruma, podemos empezar por inventariar las esculturas y determinar su estado actual para sugerir a las autoridades las acciones correspondientes. En Lima hay trabajo de sobra que nos está esperando.

Tanto en el caso de la arquitectura monumental como en el de la escultura pública, la intervención en bienes inmuebles tiene varias etapas, el historiador / historiador del arte debe tener en cuenta este proceso para afinar sus competencias y potencializar su aporte. Veamos las fases según el método planteado por la Consejería de Cultura de Andalucía (González, 2008: 2-3).
A. Fase de conocimiento: estudio previo del bien inmueble para elaborar la documentación que determine y justifique el grado de intervención. Es un diagnóstico.
B. Fase de intervención: tiene tres etapas.
1.  El proyecto.
2.  La ejecución de las obras.
3.  La memoria final.
C. Fase de difusión.  

Otro elemento a tener en cuenta en la protección y uso del Patrimonio es el denominado “plan de manejo”. Los historiadores están llamados a una participación más activa en la elaboración y realización de estos documentos que permiten el uso racional del Patrimonio Histórico. Según Fernando Fujita, un plan de manejo consta de las siguientes fases: identificación, registro, investigación, conservación, puesta en valor, análisis e inserción en la realidad y propuesta de desarrollo local (2005: 29). Un trabajo multidisciplinario en el que los historiadores dialogarán con gestores culturales, museólogos, antropólogos, arqueólogos, arquitectos, etc. Una oportunidad para ampliar nuestros horizontes y aportar a la sociedad en una problemática de imperiosa actualidad.

BIBLIOGRAFÍA
Alva, Blanca (2010). Reescribiendo la historia. Gestión y preservación del patrimonio cultural. Gaceta Cultural del Perú, 40, 6-11.
Cabanillas, Virgilio Freddy (2009). Monumental descuido. Memoria, arte y ciudad. Exágono. Revista del Colegio de Arquitectos del Perú, año 1, (3), 48-53.
Conferencia Internacional sobre Conservación (2000). Carta de Cracovia 2000. Principios para la conservación y restauración del Patrimonio construido. Recuperado el 20 de junio de 2012, de http://ipce.mcu.es/pdfs/2000_Carta_Cracovia.pdf
Congreso de Ámsterdam (1975). Declaración de Ámsterdam. Recuperado el 5 de julio de 2012, de http://ipce.mcu.es/pdfs/1975_Declaracion_Amsterdam.pdf
ICOM. Consejo Internacional de Museos (2007). Cómo administrar un museo. Manual práctico. París: ICOM.
ICOM. Consejo Internacional de Museos (2006). Código de deontología del ICOM para los museos. París: ICOM.
Escuela Académico Profesional de Historia (2009). Plan de estudios 2009. Lima: UNMSM.
Fujita, Fernando (2005). Patrimonio histórico desde la perspectiva de una región americana. Boletín del Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, año 7 (3), 26-29.
Gamarra, José Antonio (1996). Obras de arte y turismo monumental. Lima.
González Talavera, Blanca (2008). El historiador del  arte  y las  intervenciones  en  el patrimonio histórico-artístico.  Un  caso práctico: el Hotel Palacio del Bailío en Córdoba. Recuperado el 25 de junio de 2012, de http://www.ub.edu/ceha-2008/pdfs/09-m02-s02-com_27-bgt.pdf 
Hayakawa, José Carlos (2010). Gestión del Patrimonio Cultural y centros históricos latinoamericanos. Tendiendo puentes entre el patrimonio y la ciudad. Lima: UNI.
Ministerio de Cultura (2012). Patrimonio Cultural / Dirección General. Presentación. Recuperado el 1 de junio de 2012, de http://www.mcultura.gob.pe/direccion-general    
Reunión sobre Conservación y Utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico Artístico (1967). Normas de Quito. Recuperado el 25 de junio de 2012, de http://www.programapd.pe/limapatrimoniomundial/documentos/normas_de_quito.pdf
Urbano, Henrique (2000). Patrimonio y modernidad. Turismo y Patrimonio, 1, 13-25.
Vargas Llosa, Mario (2009). El Perú no necesita museos. Recuperado el 15 de junio de 2012, de http://elpais.com/diario/2009/03/08/opinion/1236466813_850215.html
Varios autores (2006). Casos de gestión cultural en el Perú. Lima: INC / Universidad de Piura / OEI.
Varios autores (2000). Patrimonio Cultural del Perú. 2 vols. Lima: Congreso del Perú.




[1] Con motivo de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y Países Árabes (ASPA), nuevamente cerraron al público el Museo de la Nación (octubre 2012). El uso inapropiado de las instalaciones del museo nos hace pensar en un Estado peruano indigente y desorganizado, que necesita  con urgencia construir un local para eventos internacionales.  El nuevo atentado oficial contra el Museo de la Nación revela que las autoridades creen que el progreso se mide sólo con el aumento de los negocios. Su visión limitada del desarrollo humano les hace creer que la ciencia, la educación y el arte pueden esperar.

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