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Jean Carlo Baila Marín
E.A.P Historia


1. Antecedentes de la biblioteca central

Se había especulado que la biblioteca nace con la universidad, sin embargo esta especulación no cuenta con un sustento admisible.  Hasta donde nos ha sido posible investigar, no existe documento alguno que certifique que lo que actualmente conocemos como biblioteca central haya nacido con la creación del claustro, el cual fuera inaugurado el 2 de enero de 1553.[1]

En una tesis referente a la biblioteca de San Marcos se hace referencia a los inicios de la Universidad: fundada en 1551, San Marcos tuvo como objetivos dar una formación religiosa y humanística a la élite peninsular y criolla; difundir los valores culturales de España en las colonias de ultramar; y formar a los futuros administradores, clérigos y abogados del virreinato. [2]


Es probable que el claustro haya iniciado sus actividades académicas  apoyando sus primeras lecciones en la biblioteca más inmediata a ellos que era la biblioteca de los hermanos dominicos en la Basílica del Rosario.  Esto no es de extrañar ya que la Universidad Real de Lima-nombre primigenio de la Universidad de San Marcos- inicia sus actividades respaldada por esta orden, en la persona de su principal promotor Fray Tomas de San Martín.  También es importante señalar que las primeras cátedras dictadas, como lo eran teología y jurisprudencia, no eran ajenas al acervo de una biblioteca conventual.

También se presume que dada la presencia, desde un inicio, de un destacado número de docentes, es probable, y verificado el hecho de que a pesar de las censuras y demás circunstancias propias de la época, la gran mayoría de académicos, contaban con copiosas bibliotecas particulares, las mismas, que compartían con sus alumnos. Hablamos acá entonces,  de una compensación inicial, que creemos que de haberse dado, hubo de ser por un período corto.

En esos años hubo pequeños y aislados esfuerzos por dotar de una biblioteca a San Marcos. Uno de los primeros rectores de la universidad, Don Pedro Muñiz, al morir a fines de 1680  dono su biblioteca particular, para que basándose en ella la universidad conforme la suya propia. Lamentablemente, por la demora en la habilitación de un lugar apropiado para la colección en el claustro esta fue presa del olvido y sobre todo del hambre voraz de las polillas, quedando de este aporte tan solo los vestigios de muchas tapas  y un pernicioso polvillo reprimido.

Mucho tiempo después por 1760, Don José Eusebio Llano Zapata, historiador, literato, y ex docente de la universidad, afincado por sus inquietudes en España, exhorto a los intelectuales limeños de entonces en la necesidad de conformar una biblioteca pública, la misma que debía estar bajo la tutela de la ya Real y Pontificia Universidad de Lima.

 Su propuesta implicaba la donación desinteresada de un número significativo de libros de parte de cada uno de ellos, dando él la iniciativa con la donación de 500 títulos de su colección particular; lamentablemente Lima desde ya no era cobijo para buenas inquietudes, y a aquella propuesta nadie respondió, y de los libros de Don José ni se vieron las cubiertas.

2. La primera biblioteca de San Marcos

Es necesario aclarar que en sus primeros 220 años (1553  1773) la universidad no contó con una biblioteca oficialmente constituida. Lo cual podría ser una sorpresa, pero ahora sabemos que los libros en esa época estaban preferentemente en los colegios religiosos. Nos atrevemos a dar esta cifra dado que recién en 1767-tras la expulsión de la Compañía de Jesús del Virreinato del Perú-la universidad pudo contar recién con su primera biblioteca.

El rey Carlos III ordenó el establecimiento de bibliotecas en todas las universidades de los reinos de España (Real Orden del 14 de marzo de 1759) y su iniciativa se consolidó con la expulsión de los miembros de la Compañía de Jesús (Jesuitas) de todos los territorios españoles el 2 de abril de 1767 que el entonces virrey del Perú, Don Manuel Amat, se encargaría meses después de hacer efectiva la disposición.

Esta orden era famosa por la importancia que dio a la educación y sus bibliotecas fueron de las más completas que existían en los territorios de la corona española. Al decretar la corona española la incautación de todos los bienes de los jesuitas, sus librerías pasaron a convertirse en piezas vitales de las nuevas bibliotecas creadas en las universidades hispanas.

El ambiente reinante en Lima durante la primavera de 1768 era inquietante. Una de las principales acciones inmediatas fue la expropiación de cuanto local perteneciera a los jesuitas, entre los que se encontraba uno muy en particular, la biblioteca de San Pablo.

Esta biblioteca-llamada Librería del Colegio Máximo de San Pablo-era una de las más importantes del virreinato, y  era también uno de los centros culturales más importantes del Pacífico Sur. Su colección de más de 43,000 volúmenes era una de las más actualizadas del continente, y no tenía nada que envidiar a sus similares en el viejo mundo. Las licencias reales para el desarrollo de la misma permitían en ella ubicar inclusive, a los denominados títulos prohibidos.

Para enero de 1768, San Marcos mediante el rector Marqués de Montealegre y Aulestia solicitó al Rey la adjudicación de los libros incautados a esta congregación comprometiéndose a costear un bibliotecario y construir un local apropiado para la biblioteca. Es de esta forma que el 26 de octubre de 1768, el virrey Amat transfiere a la universidad la colección completa de la biblioteca jesuita; y dos años más tarde se dispone en la "Reforma de las Constituciones de la Universidad", del 2 de mayo de 1770, se precisa la designación de un bibliotecario mayor; recayendo el cargo en el abogado Cristóbal Montaño, personaje importante de su tiempo, quién llegara inclusive a ser rector del Real Colegio San Felipe.

Con ello se podría decir entonces, que Montaño constituye el primer bibliotecario oficial de la universidad. Sin embargo por diversos motivos la biblioteca recientemente adquirida no estuvo al servicio de la universidad, permaneciendo por un lapso de 3 años guardada en cajas o empolvadas en las estanterías, en perjuicio de la misma.

Las quejas llegadas a las autoridades, ante la mala administración de la biblioteca, determinaron que se dé la administración de la misma a una persona más idónea.

Es por este motivo que en 1804, se ve por  conveniente darle el cargo a Fray Diego Cisneros de la Orden de San Jerónimo, quién tras su experiencia en el Monasterio del Escorial (España) llega a Lima con el propósito de darle el manejo debido a la colección adquirida por la universidad.

El paso de Cisneros fue meritorio, ya que inventarió la colección existente, desarrolló un catálogo a partir de los textos nuevos adquiridos, y completó el acervo existente donando inclusivo textos de su propiedad.

Por motivos de salud Cisneros tuvo que dejar el cargo, sin embargo dado sus méritos en el relanzamiento de la biblioteca, una junta de catedráticos y docentes, con la venida previa del virrey, concedieron a Cisneros el título de "director benemérito y perpetuo", con lo cual se le permitía acceder a ella, e inclusive se le permitía conservar la llave de acceso a los depósitos de la biblioteca.

3. De la emancipación a la guerra con Chile.

La biblioteca reunida por la universidad permaneció en ella hasta 1822. Don José de San Martin el 28 de agosto de 1821 decreto la fundación de la Biblioteca Nacional, para lo cual ordeno que toda colección de libros que haya pertenecido a las diversas instituciones realistas, sea decomisada con el propósito de crear la colección oficial de la nueva biblioteca. En septiembre del año siguiente las colecciones de la universidad (11250 libros) pasaron a formar parte de la Biblioteca Nacional. Es por ello que nuevamente por un lapso considerable de tiempo, las estanterías de San Marcos quedaron nuevamente vacías.

Por otro decreto también, los locales de la Universidad pasaron a posesión del Congreso Nacional. De 1822 a 1862 la universidad no contó con biblioteca alguna, sin embargo en plana orgánica del claustro, se incluía el cargo de bibliotecario.

A partir de 1855 el gobierno nacional ayudado con las rentas del guano volvió a ocuparse de la Universidad, cuando promulgó el reglamento de 7 de abril de 1855 sobre Instrucción Pública. En base a ese reglamento, el gobierno dictó el Reglamento Interior de la Universidad de San Marcos de Lima de 14 de febrero de 1862, que regula las funciones de la Biblioteca y anexionaba al convictorio de San Carlos, San Fernando y santo Toribio a la universidad, es así como se reorganizo la universidad y sus servicios, y como se entenderá, también la biblioteca con los libros del antiguo colegio de San Pablo entre 1856 y 1862.

Sin embargo, la biblioteca de San Marcos solo se hizo realidad en 1871, cuando la biblioteca es instalada por el rector doctor Juan Antonio Ribeyro y la universidad se traslada al local del convictorio de San Carlos en 1872(actual local de la casona). Como bibliotecario-archivero se nombró a Mariano Torres quien hizo una catalogación de los fondos y los puso de conocimiento público por medio de Anales Universitarios, publicación oficial de la universidad.

Se cuenta que la gran preocupación de Torres fue la adquisición de datos referentes a la historia de la patria y la conservación de periódicos nacionales y extranjeros. En esos años la biblioteca era vistas como un archivo o depósito y no como un lugar abierto al público para la lectura e investigación.

El funcionamiento de la Biblioteca fue interrumpido por el saqueo ocurrido durante la ocupación chilena durante la Guerra del Pacífico (1879-1883). Luego cerraría sus puertas hasta 1904. Cuando volvió a abrir sus puertas se nombró como bibliotecario a Urbano Revoredo.

4. El saqueo durante la guerra

El verano de 1881 ha quedado grabado como un recuerdo triste para los peruanos, la infausta guerra había llegado hasta la capital de la república. Tras el paso incontenible de la milicia chilena, se dejaba tendida en los reductos de San Juan y Miraflores, la vida de más de un centenar de sanmarquinos.[3]

A partir de 1881, la universidad de San Marcos fue saqueada por los batallones chilenos: Santiago, Curicó”, Rengo, Miraflores y Aconcagua. Los invasores del sur tomaron posesión de los diversos edificios universitarios de Lima. Pocas horas después de la entrada de los chilenos en Lima el bibliotecario del claustro, Don Mariano Torres es obligado a entregar las llaves de la biblioteca y el archivo al general chileno Pedro Lagos. Julio Santillán Aldana narra con cierto estoicismo que para el mediodía del 18 de enero de ese año, las tropas de ocupación tomaron los principales edificios de la ciudad, el local de la universidad no fue la excepción. Pocas horas después el bibliotecario del claustro, Don Mariano Torres es obligado a entregar las llaves de la biblioteca y el archivo al general chileno Pedro Lagos. En menos de una semana se desmanteló la administración, los laboratorios, e irremediablemente el íntegro de la colección de la biblioteca. Meses más tarde decenas de caravanas de carretas trasladaban las colecciones de la biblioteca sanmarquina y de la Biblioteca Nacional hacia el puerto del Callao, en los fardos se leía la inscripción Valparaíso.[4]

Los soldados chilenos vendían al peso, en las pulperías, no solamente libros sino también voluminosos legajos de los archivos; refirieron asimismo que los muebles y aparatos se sacaban por carretadas, formando bultos cuyo rótulo, que por lo general era "P. L Valparaíso.[5]

El 5 de marzo de 1881 fue creada la oficina recaudadora de contribuciones de guerra por orden del Jefe Político del Departamento del Callao Don Cornelio Saavedra. Esta oficina tenía como misión inventariar y enviar todo el material incautado hacia Chile, entre ellos los cerca de 10 000 libros robados.

Dos años después, en los primeros días de diciembre de 1883, Don Mariano Torres pudo Ingresar al local del claustro, minutos después quedo impresionado al no poder siquiera encontrar una silla donde sentarse, en lo que antes era la sala de lectura principal. Los chilenos se habían retirado, y con ellos nuestros libros.

Firmado el Tratado de Ancón se pudo reiniciar el proceso de reconstrucción nacional, para lo cual se procedió a evaluar el estado de las principales instituciones estatales.  La Universidad de San Marcos era una de las más instituciones más afectadas, y tuvo que pasar más de una década para que se reponga de los estragos sufridos.

Los rectores de este periodo empezaron grandes colectas de libros con el propósito de reconstituir la biblioteca, el efecto fue positivo, y esto se pudo apreciar en el nuevo siglo que se iniciaba, donde después de marchas y contramarchas la biblioteca por fin encontraría un medio propicio para su desarrollo.

5. La biblioteca a comienzos del siglo XX

A comienzos del siglo XX la  biblioteca logra establecerse más firmemente y toma impulso gracias a la gestión de sus autoridades y docentes. 

Recién en 1904 la Biblioteca de la Universidad abre sus puertas de manera regular y atribuyen este nuevo impulso al rector Francisco García Calderón. Ese mismo año fue nombrado como su director el doctor Urbano Revoredo  quien estará al frente de la institución hasta 1923. 

Otro rector que le dio consideración a la Biblioteca de la Universidad fue Luis Felipe Villarán, sucesor de García Calderón. Para Luis Felipe Villarán la importancia de las revistas en el desarrollo de una universidad moderna era fundamental.

Para fines de 1906, el rector Luis Felipe Villarán señalaba que para el control de las existencias se había abierto tres libros: de inventario, de títulos y de autores. Puntualizaba que las condiciones inapropiadas del local conspiraban contra el progreso de la Biblioteca. Como medida inmediata en 1907 se dio un reglamento en el cual establecía entre otras cosas que el bibliotecario tenía la obligación de cuidar y conservar los libros y objetos de la biblioteca y del archivo de la universidad. De esto se deduce que la biblioteca aún era considerada con un almacén y no como un espacio abierto al público.

Entre 1907 y 1930 la biblioteca logra incrementar su colección de manera considerable.  La donación de colecciones particulares de parte de docentes, delegaciones diplomáticas e investigadores nacionales y extranjeros permitió implementar los viejos anaqueles con más de 15,000 títulos nuevos.  Entre  1931 y 1935 la universidad entra en receso, lo cual da una pausa marcada a los avances logrados.

6. La edad de oro de la biblioteca de la universidad (1923 a 1932)

Complementan este cambio la presencia de impulsores como el Dr. Pedro Zulen, quién se hace cargo de lo que ya se denominaba como la Biblioteca Central de la UNMSM.  Es precisamente Zulen quién da la pauta para la modernización de los servicios y procesos de la biblioteca.  Durante su gestión se da inicio a la creación de los catálogos, la ampliación de los horarios de atención y la creación del boletín bibliográfico.

La visión de Zulen provoca en Basadre la siguiente afirmación: El valor primordial de esta obra de Zulen llegó a ser solo el de haber sabido suscitar. Trajo a su oficina, que vegetaba casi desapercibida, ese ritmo febril de los privilegiados centros de cultura, e hizo de ella no un centro burocrático, sino un dinámico instrumento. Incremento considerablemente los libros convirtiendo a la biblioteca de la universidad en la mejor del país, en cuanto se refiere a la producción moderna.[6]

El objetivo del boletín bibliográfico era dar a conocer al público lector las últimas novedades adquiridas por la Biblioteca así como publicar bibliografías comentadas sobre temas y personas destacadas del quehacer académico nacional a partir de los libros que la institución albergaba. El boletín tuvo una duración prolongada y casi sin interrupciones desde julio de 1923 a diciembre de 1966. En sus cuarenta y tres de vida se publicaron una serie de artículos de corte humanístico y bibliográfico bajo la pluma de  académicos y bibliófilos de reconocido prestigio. En palabras del historiador  Alberto Loza, que destaca la importancia del boletín bibliográfico: la aparición de 1923 del boletín bibliográfico de la biblioteca de la Universidad de San Marcos marca el inicio del genero de las publicaciones bibliotecarias académicas en el Perú.[7]

La idea de Zulen era crear un catálogo diccionario en un mueble especial donde por medio de tarjetas colocadas siguiendo el orden de un diccionario, el interesado pudiese encontrar las obras que la Biblioteca almacenaba.

Muerto Zulen, Luis Varela Orbegoso asumió el cargo de director de la biblioteca de la universidad. Orbegoso continúo con la labor de Zulen. Por aquel entonces la biblioteca central adquirió fama de estar actualizada constantemente y de ser de fácil acceso para el usuario. Es para fines de la década de 1920 que comienza el equipamiento o creación de las bibliotecas de facultad.

En agosto de 1928 se organizó y separo el Archivo de la Universidad de la biblioteca central. De este modo, el archivo pasa a ser una unidad independiente. Por esos años debido al incremento de libros se hizo evidente la falta de espacio en la biblioteca central.

 Jorge Basadre prosiguió con el trabajo del Boletín Bibliográfico y promovió reformas para la mejora de la biblioteca, en las que se incluía el aumento de sueldo para sus trabajadores.
Basadre decía: todo encargo de haberes sobre el personal subalterno actual debe por justicia estricta, estar acompañado por aumento de sueldo[8]

En 1931 Basadre obtuvo una beca para estudiar en EE.UU y por ello Emilio Romero quedo como director interino de la Biblioteca.

7. El cierre de San Marcos

En marzo de 1932 el presidente Sánchez Cerro es víctima de un atentado del cual se salvó y acuso al APRA de ser el autor a la vez que San Marcos era un centro de movilizaciones contra el gobierno. Ante estos hechos Sánchez Cerro decreto la clausura de la Universidad el 8 de mayo de 1932. Dado este hecho toda la comunidad sanmarquina se dispersó en distintas instituciones.

8. El regreso de Jorge Basadre

Para 1935 la biblioteca tenía cerca de 37 000 volúmenes en un anticuado local. Durante la gestión de Basadre gracias a su prestigio se recibieron muchos donativos bibliográficos. Basadre trajo muchas innovaciones que en esencia continuaron la labor iniciada por Pedro Zulen, hasta su renuncia debido a un ordenamiento universitario.

9. La biblioteca después de Basadre

En 1947 vino el doctor Arthur Mc Anally, experto en bibliotecas universitarias, significo el intento más radical para mejorar el servicio de la Biblioteca Central de San Marcos. Mc Anally trajo las reglas de catalogación de la biblioteca del congreso de EE.UU, con esta medida y otras más de carácter económico y administrativo se lograron unos cambios radicales en la biblioteca central y las de facultades de la universidad.

10. La construcción de la Ciudad Universitaria

La construcción de la nueva Ciudad Universitaria se inició en 1951 con la inauguración del estadio de la Universidad como primera edificación. La futura sede de la Universidad comprendía cerca de 68 hectáreas a la mitad de camino entre Lima y Callao. Entre sus límites estaban varias huacas de la cultura Maranga. Dentro de este proyecto de construir la nueva Ciudad Universitaria estaba la construcción de una Biblioteca Central de gran tamaño y capacidad. Pero por motivos diversos, el proyecto de la nueva biblioteca se canceló.

11. De los años cincuenta hasta el día de hoy

Para 1952, las donaciones eran la principal forma de incrementar la colección de la biblioteca central, esto nos lleva a pensar en la falta de presupuesto y planificación. En esos años San Marcos perdió la importancia que tuvo hasta entonces en la educación. Esto motivo que el estado y la comunidad sanmarquina en general pierdan el interés por mejorar continuamente la universidad.

Para 1962 la biblioteca central contaba con 120 000 volúmenes y las de facultad 132 950, evidentemente había un grave problema de falta de ambientes. Por esos años también se vio evidente el deterioro que muchos volúmenes tenían (hojas rotas, libros desaparecidos, malgastados, etc.)

Estos problemas de la universidad y su biblioteca se vieron reflejados en la cancelación de la publicación del Boletín Bibliográfico en 1966. Ese mismo año en octubre 1966, la ciudad de Lima sufrió un terremoto que afectó severamente el local de San Marcos (la actual casona).

Las instalaciones de la Biblioteca Central soportaron daños de consideración; esto motivo que la mitad de su material (los más pedidos) sean trasladados a un local situado en el Jirón Montevideo desde donde se atendería al público.

Para el verano de 1975 se dispone de parte del antiguo local del Colegio Real, ubicado en el Pasaje del Congreso, para habilitar ahí a lo que se denominará en adelante como la  Biblioteca Central de Universidad de San Marcos. Aquí y por un lapso de 20 años, la Biblioteca Central prestará servicios hasta marzo de 1999, en que finalmente se traslada al local que ocupa hoy en la Ciudad Universitaria.

En los últimos años a través del sistema de bibliotecas y biblioteca central, se inició el proceso de digitalización de tesis y patrimonio bibliográfico del siglo XIX, se adquirió una base de datos llamada Ebrary que contiene 20 000 textos completos de diversos aspectos de la vida académica.  También es resaltante la colección digital que actualmente posee la universidad.

El profesor Manuel Valladares, con respecto a la situación actual de la Bibliotecas de la universidad nos dijo: En este año se han enviado solicitudes al Ministerio de Economía y Finanzas para brindar una importante suma de dinero a la Universidad para actualizar el sistema de software de sus bibliotecas. [9]

Vista del edificio de la Biblioteca Central










[1] SANTILLÁN, Julio. Apuntes para la historia de la Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos: Derrotero de una antigua ilusión. Pág. 2

[2] SANTILLÁN, Julio. Apuntes para la historia de la Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos: Derrotero de una antigua ilusión. Pág. 2

[3] SANTILLÁN, Julio. Apuntes para la historia de la Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos: Derrotero de una antigua ilusión. Pág. 6

[4] SANTILLÁN, Julio. Apuntes para la historia de la Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos: Derrotero de una antigua ilusión. Pág. 6

[5] OYARCE, Alejandro. Boletín de Lima: Botín de Guerra Chileno. Pág. 1.

[6] LOZA , Alberto. Y el claustro se abrió al siglo: Pedro Zulen y el boletín bibliográfico de la Biblioteca de San Marcos (1923 – 1924).  Pág. 129

[7] LOZA, Alberto. Y el claustro se abrió al siglo: Pedro Zulen y el boletín bibliográfico de la Universidad de San Marcos (1923 – 1924) Pág. 126

[8] CAJAS, Ismael. Historia de la Biblioteca Central de San Marcos. Pág. 43

[9] Entrevista a Manuel Valladares Quijano. 16 de octubre de 2012.

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